Califación: 4/5 ★

Margarita García Robayo, 2022.
Páginas: 191.

“Mi teoría supone que la conciencia del vínculo basta para convencer a las personas de que el parentesco es un recurso inagotable; que alcanza para todo: unir destinos enfrentados, torcer voluntades, combatir deseos de rebelión, transformar mentiras en memorias y viceversa; o bien, sostener una conversación anodina. Pero no alcanza, al contrario. El parentesco es un hilo invisible, toca imaginarlo todo el tiempo para recordar que está ahí”.

La narradora de esta novela vive a cinco mil kilómetros de su país natal. Su único contacto con su lugar de nacimiento parece ser las conversaciones intermitentes que mantiene con su hermana, quien suele enviarle encomiendas con fotografías de su infancia y alimentos perecederos que terminan destruyendo los contenidos del paquete.

Un día, le llega una encomienda enorme que no consigue abrir. Esta encomienda parece más bien una caja de Pandora que empezará a revelar las fisuras familiares que plagan la vida, hasta ahora tranquila, de la narradora. La narradora intenta buscar el sentido, el origen, pero parece que solo encuentra preguntas sin respuesta.

Esta es una novela construida a partir de los silencios, de los interrogantes. Toda historia superficial esconde un mundo entero que el lector deberá intentar descifrar.

Tuve una experiencia particular al leer este libro y me fue difícil darle una calificación. Es una novela bastante inquietante y a veces ambigua, pero también extremadamente minuciosa. Explora las fisuras mentales, el abandono familiar, los mitos de fundación y las contradicciones y confusiones a las que llega una persona al tratar de construir su identidad a partir de esto. Al ser narrada en primera persona, estamos a merced de la subjetividad, emociones y la constante evasión de la protagonista. Por lo tanto, terminan surgiendo un sinnúmero de preguntas que quedan sin respuesta. Si eres de las personas a las que no les gusta leer libros que queden completamente abiertos a la interpretación, no lo recomiendo.

No disfruté mucho la lectura, lo confieso. La gran paradoja es que si bien quería terminarlo rápido, tampoco podía parar de leerlo. El libro es a la vez tedioso como poético, íntimo e introspectivo. Para mí, ahí está su verdadero valor. El libro está lleno de frases hermosas y minuciosas, dignas de horas de reflexión, que me hicieron subrayar mitad del libro, por lo que valió la pena para mí. La pluma de García Robayo es bellísima.

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