Fierce Attachments
Califación: 4.5/5 ★
Vivian Gornick, 1987.
Páginas: 203.
“I could feel strongly, but I could not imagine. The granite gray of the street, the American-cheese yellow of the grocery store, the melancholy brownish tint of the buildings were all still in place, only now it was the woman on the couch, the girl hanging out the window, the confinement that sealed us off, on which I looked with that same inner intentness that had always crowded out possibility as well as uncertainty. It would be years before I learned that extraordinary focus, that excluding insistence, is also called depression..“
Apegos feroces ha sido seleccionado por el New York Times como el mejor libro de memorias de los últimos cincuenta años. Publicado por primera vez en 1987, no ha dejado de ser uno de los máximos referentes para la escritura de memorias. Es un retrato a veces crudo, pero siempre humano y honesto, de la relación entre una hija y su madre.
En este libro, Gornick analiza la naturaleza casi edípica de este vínculo madre-hija bajo el cual logró construir una identidad independiente. Aquí nos encontramos con una Gornick que se aproxima a los cincuenta años. Si bien ya no es la niña que creció bajo el ojo crítico y la lengua mordaz de su madre, la fuerza de su vínculo no ha menguado. El cordón umbilical sigue intacto.
Gornick narra las caminatas diarias con su madre, ya octogenaria, por las calles de Manhattan. La ciudad y sus calles se convierten en un receptáculo de memorias y reproches. Madre e hija recuerdan el pasado, retoman discusiones aparentemente nunca olvidadas, reviven sus peleas más crueles y se desesperan y decepcionan mutuamente. Pero también logran llegar a unas cuantas, pero fundamentales, concesiones.
Puede llegar a ser difícil entender por qué ambas mujeres siguen tan apegadas a este vínculo, por qué insisten esta madre e hija en seguir viéndose diariamente. Gornick nos obliga a mirar hacia dentro y comparar sus vivencias con el vínculo propio, con nuestros apegos feroces.
Me encantó este libro, que no solo retrata esta relación madre-hija, sino que logra poner en palabras la experiencia universal de ser mujer; los vínculos con los que luchamos desde que empezamos a forjar nuestra propia identidad. La mirada de Gornick es capaz de revelar lo oculto y admitir lo inadmisible, para de esta forma llegar a la aceptación.