Des-fragmentada

En Untamed, Glennon Doyle explica que de niños somos solo sueños, imaginación e intuición. Crecemos y vamos internalizando los pensamientos y expectativas que la sociedad espera de nosotros. Nos formamos de acorde al querer de los demás.

Y así, nos fragmentamos: el yo que presentamos a la sociedad y el yo que pervive detrás de la mirada. Aquel que de vez en cuando intenta escapar, tal vez por medio de un comentario dicho en un momento inapropiado o mediante pequeños actos de rebeldía, como la omisión de nuestros deberes. O, quizás, este otro yo se rindió de contar sus días en la cárcel que con tanto cuidado le construimos, porque ante todo queremos protegerlo.

No era tan consciente de mi propia fragmentación hasta que ocurrieron varios sucesos:

  1. La pandemia: que, por mal o bien, me forzó a convivir conmigo misma. Empecé a escribir y a notar qué me hacía “yo”. Sí, soy la persona que habla en voz alta con su gato, qué es tímida pero a la vez llena de opiniones, que quisiera que su vida fuera un musical, que le encanta el rock pero también Bad Bunny. ¿Por qué quisiera ser alguien más? Cuando por fin salíamos del confinamiento, no quería ser nadie más que esta persona que me ayudó a sobrevivir esos meses. Con esto, empecé a fusionarme nuevamente.

  2. El burnout: Vivir un estrés que jamás pensé posible en mi trabajo y cuestionarme por qué escogí una profesión que no me llena, me obligó a buscar plenitud por fuera de esta. Empecé a reflexionar sobre los valores realmente importantes para mí y cómo puedo practicarlos todos los días (una de las razones por las que me he vuelto tan activa en esta cuenta, pues me permite una conexión y exploración que jamás he conseguido en mi profesión).

  3. Mi pareja: Estar, por primera vez en mi vida, con una persona que me permita simplemente ser, existir. Con todas mis rarezas, gustos, intensidades y cambios de ánimo (especialmente cuando tengo hambre o me toca madrugar). Alguien que no espera que sea nadie más, pero que igual me inspira a trabajar en mí y ser mejor cada día.

  4. Construir mi propia espiritualidad: Esto va de la mano con cuestionar el catolicismo que me crio, el que diariamente intento desaprender o reformular. Aquel que aprendí en el colegio, según el cual debía siempre ser obediente, mantener la cabeza baja y pedir perdón por cosas que considero todo menos pecado. No me gusta encasillarme y todavía no descifro cuál es mi religión, si es que tengo, pero trabajo en desaprender los ideales construidos por personas distintas a mí, creando lineamientos propios sobre lo que está bien y está mal.

Todo esto para decir que no hay una sola forma de vivir, pero intento construir una vida que sea ciento por ciento diseñada por mí.

“To live by design instead of default. To live inside out.” - Glennon Doyle

Empieza por preguntarte: ¿Es esta vida la que quiero? ¿Me permito ser quien quiero ser?

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