El ruido de las cosas sin nombrar

Alguna vez leí que las cosas no existen hasta que las nombramos. Diría más bien que las cosas generan ruido en nuestra cabeza hasta que somos capaces de ponerles nombre y crearles espacio para entenderlas.

No lograba ponerle pies o cabeza a lo que consideraba como una paradoja de mi personalidad hasta que leí sobre la teoría del “madwoman in the attic” (la loca del ático). Leí esto en el libro Burnout, pero viene de la novela Jane Eyre, donde el personaje principal encierra a su esposa en el ático por su supuesta locura. Esta metáfora me ayudó a ponerle nombre a esta voz que me dice que no soy suficiente.

El madwoman de cada persona es distinto. Puede ser la expectativa de lo que ‘deberías’ ser, la voz crítica que te dice que no mereces tu felicidad o el estándar de perfección inalcanzable de la sociedad. Incontables horas de mi adolescencia viendo Gossip Girl me llevaron a ponerle a mi madwoman, sin pensarlo, el nombre Serena. Sí, eso me hace Blair (no nos sorprende y se habla en terapia). Mi “Serena” es esta persona bastante flaca, de pelo y sonrisa “perfecta”, que se viste increíble y es extremadamente social y extrovertida. La que siempre sabe qué decir y no le da pánico el small talk, a la que no le hacen falta horas en el día, no duda y, sobretodo, a la que nadie jamás le pregunta por qué no sonríe. Ponerle nombre me ha ayudado a darme cuenta de que esta persona es solo un reflejo de mis propias inseguridades. A entender que esta persona no existe y que, si yo fuera realmente así, lo fuera solo por apariencias y no por convicción.

Al final, siempre me interesó más el personaje de Blair. También me ha ayudado a tener más autocompasión. Me sigue dando cringe y le volteo los ojos a mi psicóloga cuando menciona esta palabra, pero creo que es nuestra herramienta más poderosa. Cuando pensamos en nuestras vidas, tendemos a vernos sin el contexto que nos llevó a tomar decisiones. Ver las decisiones en contexto me ha hecho entender que mi madwoman no es más que ruido, que cada decisión consciente que tomo me acerca más a la persona que realmente soy; que no se refleja en nadie más.

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