“I just felt like running” o mi primera media maratón
Ayer fue otro de esos días de cuarentena donde el estado de ánimo pareciera ser dictado por el clima. Me desperté y el cielo estaba gris; mi ánimo, acorde. Desde que empezó esto troto 10 kilómetros los domingos y solo un par de veces he llegado a los 15. El clima empezó a mejorar. Me puse los tennis y decidí salir a ver qué pasaba. Sin mayor expectativa. Duré 10 minutos mirando lejos sin querer moverme.
Fue ahí cuando pensé: empieza por un solo paso. Un pie delante del otro. Y así, empecé a correr. A lo Forrest Gump. No, no me persiguió gente, nadie me pidió consejos de vida, nadie pensó algo fuera de lo extraordinario. Crucé el Brooklyn Bridge y todavía no podía parar, quería irme lo más lejos de mi casa posible, sabiendo que me iba a tocar devolverme. Pensé muchísimo. Se me ocurrieron mil tweets que ya se me olvidaron. Hice promesas que probablemente no cumpliré.
Todo este tiempo solo ponía un pie frente al otro. Logré los primeros 15 kilómetros con relativa facilidad. La música me impulsaba hacia adelante. Cada paso me daba mayor claridad mental y me llenaban los pulmones de oxígeno. Al kilómetro 17, mis AirPods murieron. El cansancio me iba ganando, pero pensaba: solo un paso más, solo hasta el siguiente semáforo. Puse la música en alta voz (yo sé, perdón a los transeúntes) y seguí. Otro paso. Al kilómetro 19 estaba por rendirme, pero se alinearon los astros y supe que iba a lograrlo: llegó mi tiburón. Empieza a sonar Safaera (juro que no miento) y ahí sí no había quién me parara (díselo, Conejo). Recibí el kilómetro 21 con una felicidad plena. Hace unos años no podía correr más de una canción y ayer corrí 21 kilómetros en dos horas.
Mi primera media maratón no llegó con medalla, pero sí con la vista de mi ciudad favorita, cosa que nunca olvidaré. Sí, me tocó prácticamente cojear de regreso a mi casa y duré horas sin poder moverme. Pero corrí para mí: para sanar, para olvidar y para recordar. Ahora solo quiero correr y correr. I created a monster.