Líneas paralelas
Esta vez no vengo a hablar de los universos paralelos, sino de las líneas paralelas. En particular, de dos líneas que, vistas desde la superficie, son extremadamente parecidas. Los gustos son iguales, los hobbies se complementan y los valores son los mismos. Por lo mismo, las líneas se atraen. Pero el tema de las líneas paralelas es que nunca se unen, pues dejarían de ser ellas. Por fuera son muy parecidas, pero por dentro son mundos aparte.
El último año he trabajado bastante en mí misma y he aprendido a reconocer cuáles son mis no negociables. También, no aceptar que soy un hopeless romantic sería negar los libros que he leído, por más cliché que suene. Soy de la generación criada por las princesas de Disney. El problema es que crecimos y nos dijeron que no podíamos creer en los cuentos de hadas, que la vida no funciona de esa manera. Y bueno, aclaro que no estoy de acuerdo con la premisa de la mayoría de estas películas que nos formaron. Me rehuso a cambiar quien soy por un hombre, te hablo a ti Ariel, como tampoco me voy a quedar esperando a que mágicamente aparezca mi príncipe azul, y ahí le hablo prácticamente a todas.
Pero también me niego a vivir en un mundo donde no podamos crear nuestros propios cuentos de hadas, a nuestra medida. Un mundo donde no existan los romantic gestures del final de las comedias románticas. Un mundo donde Harry no conoce a Sally.
Un no negociable que hoy admito es que necesito estar con alguien que me haga sentir que el mundo es un lugar más especial solo porque estoy en él. Con acciones pero también con palabras. Siento que nadie debería conformarse con menos.
No estoy diciendo que tengan que reescribir Your Song de Elton John (la mejor canción de amor y no escucho argumentos en contra; la simplicidad de la letra es lo que la hace tan especial). Lo que quiero decir es que no espero que me digan nada menos que “how wonderful life is, now you’re in the world”.