¿Para qué?
¿Para qué? Hay días más difíciles que otros, pero para mí tal vez los más complicados son los días en los que me levanto con este pensamiento. He utilizado el ‘para qué’ más de lo que quisiera admitir durante la cuarentena, sobretodo en los días donde me cuesta seguir una rutina: apagar la alarma (después de una hora de snooze), hacer yoga, que Alexa me lea las noticias mientras hago el desayuno, empezar a trabajar o estudiar con el primer café del día. Y así, sucesivamente. Empiezas el día cuando de repente, buscando irrumpir en la rutina, con fuerza llega esa voz: ¿para qué?
Estoy por pensar que estos cambios tan drásticos en la cuarentena son tan arbitrarios como una ruleta rusa, tan volátiles como el clima. Antes decía que nos toca tomar la cuarentena día a día: entender que hay días mejores que otros y no hay nada que podamos hacer al respecto; solo aceptar este hecho y seguir adelante.
Para bien o para mal, ahora digo: hora a hora. Habrá unas horas donde no le encuentres propósito a lo que sucede a tu alrededor, mientras que otras horas te harán recordar que el ‘para qué’ vale totalmente la pena. Sea esa hora que hablaste con tus amigos, volver a ver tu película favorita, probar una receta y que te quede perfecta, ver videos de tus sobrinas, descubrir nueva música y bailar sola en tu casa (ajá, algún día volveremos a salir).
P.S. recuerda que la gente generalmente sube a Instagram imágenes de estas buenas horas y no te mortifiques.
Mi punto es: Llegarán horas donde sientes que te derrumbas, pero aquí es donde más debes recordar aquellas horas que hacen que las malas valgan la pena y así llegar a un balance perfecto. Un juego de suma cero (al parecer sí presté atención en clases de economía). Después de todo, no feeling is final.