¿Qué quieres ser cuando seas grande?
Esta es una pregunta que nos hacen casi que desde que empezamos a hablar. Vemos a un niño jugando con un estetoscopio y decimos que van a ser médicos. Si les gusta jugar con Legos, quiere decir que probablemente quieran ser arquitectos. Desde que tenemos, o por lo menos desde que tengo (para no caer en generalizaciones), uso de la razón siento la presión por definirme. Por afirmar tajantemente quién soy.
En mi caso personal este llamado llegó a los aproximadamente once años después de una discusión con mi papá, si saben, las que uno suele tener a esa edad. Al sentir que ignoraba por completo mis argumentos de niña de once años le pregunté cómo era posible que fuera presidente de una compañía si no sabía escuchar. Sorprendido me responde: tú vas a ser abogada. Y aquí, en este instante, quedó sellado mi destino de ser abogada. Esta fue la primera de muchas veces que familiares me dirían que definitivamente iba a estudiar derecho. Y así me creí el cuento de que debía definirme y formarme como abogada algún día.
A esta anécdota también le sumo el hecho de que cuando aprendí a caminar los amigos de mis papás me decían 20 de julio, por aquello de la “independencia grita”.
Como nota aparte, los deseos de estudiar literatura llegaron casi al tiempo, cuando abrí el primer libro de Harry Potter y leí la primera oración que comienza con “Mr. and Mrs. Dursley, of Number 4 Privet Drive…”. Con el paso del tiempo ha sido la literatura misma la que me permite seguir mutando, ya que creo que los libros que leemos desafían el querer encasillarnos como una sola cosa. El no aceptar una única historia.
Volviendo al tema, no sé qué hubiera pasado si no hubiese sentido la necesidad de definirme, de reclamar una identidad. No digo que necesariamente me arrepienta de ser abogada, al fin y al cabo ya hace parte de ese acervo de cosas que “soy”. Lo que sí me he dado cuenta es que todavía no sé qué quiero ser “cuando sea grande”. Sí, yo sé que ya estoy grande, gracias, pero no estoy lista para aceptar que lo que hago hoy me define. Quiero creer que estoy en constante evolución, si bien unos días siento que doy dos (o dos mil) pasos atrás.