The Creative Act: A Way of Being

Califación: 4.5/5 ★

Rick Rubin, 2023.
Páginas: 405.

“Toda obra de arte es un trabajo en proceso. Es útil ver la pieza en la que estamos trabajando como un experimento. Uno en el que no podemos predecir el resultado. Sea cual sea el resultado, recibiremos información útil que beneficiará al próximo experimento. Si partimos de la premisa de que no hay respuestas correctas o incorrectas, no hay bueno ni malo, y la creatividad es simplemente un juego libre sin reglas, es más fácil sumergirse con alegría en el proceso de crear cosas. No estamos jugando para ganar, estamos jugando para jugar”.

La trayectoria como productor musical de Rick Rubin incluye trabajar con artistas como Johnny Cash, Jay-Z, Metallica, Adele, the Red Hot Chili Peppers, Kanye West, Eminem, Neil Diamond y Run-DMC. Además, es cofundador de Def Jam Recordings y fue copresidente de Columbia Records. Pero con este libro Rubin no busca recorrer su impresionante trayectoria musical y apenas menciona a algunos artistas por sus nombres. El libro es a la vez práctico como espiritual: se trata de una condensación de las enseñanzas que Rubin ha acumulado a lo largo de décadas trabajando en la industria musical.

Como productor, Rubin es reconocido por su capacidad para ayudar a los artistas a conectarse con su autenticidad y encontrar su propia voz, en lugar de simplemente perseguir un sonido específico. Rubin ha practicado la meditación toda su vida y busca aplicar estos principios en el estudio de grabación. Con El acto creativo, Rubin nos vuelve partícipes de su filosofía creativa, aplicable a todo tipo de arte. En sus palabras, Rubin se propuso “escribir un libro sobre qué hacer para crear una gran obra de arte. En cambio, se reveló a sí mismo como un libro sobre cómo ser”. Este libro es, entonces, una especie de manual para vivir la vida de manera creativa.

“El universo es tan grande como nuestra percepción de él. Cuando cultivamos nuestra conciencia, estamos expandiendo el universo. Esto amplía el alcance, no solo de los recursos materiales a nuestra disposición para crear, sino también de la vida que tenemos la oportunidad de vivir”.

Para Rubin, todos tenemos la capacidad de crear. La creatividad no está limitada a ninguna profesión, sino que viene del propio universo. Está presente en todo lo que hacemos: ya sea al variar una receta conocida, resolver un problema laboral de una nueva manera o escribir el próximo Pulitzer de ficción. La esencia de la creatividad está en nuestra capacidad de mirar más allá; está en nuestra perspectiva única. La creatividad, entonces, surge de nuestra relación con el mundo que nos rodea. Por lo tanto, Rubin habla de la importancia de dejar el ego atrás, pues “el acto de autoexpresarse no se trata de ti”. Necesitamos expresarnos, lo hacemos por instinto, y el arte nos conecta más allá de cualquier limitación del lenguaje.

A lo largo del libro, Rubin comparte consejos sobre el proceso creativo y nos enseña cómo cultivar y darles forma a esas semillas de ideas para convertirlas en obras de arte y liberarlas al mundo. Rick nos invita a dejar ir el control y liberar todas las expectativas sobre lo que será la obra. Cuando nos rendimos, las ideas que quieren manifestarse a través de nosotros no serán bloqueadas. El resultado está fuera de nuestro control.

Una vez la obra ha sido liberada, Rubin nos muestra cómo comenzar de nuevo, explicando que la obra de arte no representa al artista, sino que solo lo refleja en un momento específico. El arte es una expresión de quien somos en un momento dado. Al no apegarse demasiado al resultado y no permitir que una obra nos defina, seremos más libres de crear de manera auténtica.

“La capacidad de mirar profundamente es la raíz de la creatividad. Ver más allá de lo ordinario y mundano y llegar a lo que de otra manera podría ser invisible”.

Ahora bien, Rubin comparte ideas que pueden llegar a ser contradictorias. Por ejemplo, nos incita a crear un ritual creativo, pero también nos invita a abandonar toda rutina. Él resuelve este conflicto al decir que, al final, siempre debemos seguir nuestro instinto, que constantemente nos lleva en direcciones divergentes. Nos invita a que tomemos “el arte en serio, sin abordarlo de manera seria”.

Por otro lado, el libro abre con el autor explicando que ninguno de los hábitos o consejos que propone Rubin pretende ser una guía absoluta. Más bien, el autor explica que son guías que pueden o no servirnos en un momento dado y nos invita a dejar ir lo que no nos sea útil.

“Nada en este libro se sabe que sea verdadero. Es una reflexión sobre lo que he observado, no tanto hechos como pensamientos. Algunas ideas pueden resonar, otras no. Algunas pueden despertar un conocimiento interno que olvidaste que tenías. Utiliza lo que sea útil. Deja ir el resto. Cada uno de estos momentos es una invitación a una investigación más profunda: mirar con más detenimiento, ampliar la perspectiva o adentrarse en ella. Abrir posibilidades para una nueva forma de ser.”

Creo que este puede ser de esos libros que despiertan amores u odios. A pesar de que tiene 400 páginas, es muy rápido de leer, especialmente porque algunas páginas solo contienen un par de líneas. Mientras algunas personas se sentirán completamente interpeladas e inspiradas por él, a otras les parecerá que carece de profundidad. Por mi lado, estoy del lado del primer grupo de lectores. Leer El acto creativo se sintió como recibir consejos de un mentor, si bien es probable que el libro no fuera tan conocido si no fuera por la fama de su autor.

Si bien algunas enseñanzas pueden parecer un tanto obvias, sobretodo para quienes estén familiarizados con la filosofía budista o hayan leído otros libros de creatividad, sirve recordarlas. Y, de repente, podrás encontrarte con un consejo que pareciera haber sido escrito especialmente para ti. Personalmente, subrayé prácticamente la mitad del libro y creo que me acompañara en mi escritorio cuando necesite inspiración.

“Este es el llamado a la autoexpresión, nuestro propósito creativo. No necesariamente es entendernos a nosotros mismos o ser comprendidos. Compartimos nuestro filtro, nuestra forma de ver las cosas, con el fin de provocar un eco en otros. El arte es una reverberación de una vida impermanente.”

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