Hello, Stranger

Esta no ha sido la primera vez que me ha dado miedo escribir. Pasé por unos meses (y unos personajes) un poco tormentosos que me empujaron a abrir esta cuenta. Un día de abril sentí que caía en un abismo y lo único que me esperaba al fondo era un cuaderno y un lápiz. Y así, empecé a escribir.

Finalmente llegué a un momento de relativa tranquilidad y empecé a callar esa voz que me impulsaba a escribir. Empecé a pensar en tweets; atrapando esos pensamientos que entran y salen y plasmarlos en 140 caracteres. Empecé a vivir más el momento sin pensar demasiado en las implicaciones o consecuencias, dejando a un lado la introspección.

Sentía que si me detenía a pensar demasiado en el estado de cosas algo malo pasaría: entraría el famoso overthinking, saldrían a relucir las inseguridades de siempre. Por miedo, dejé de hacer algo que realmente disfruto.

Entonces, este año en el que la palabra replantear (como muchas) ha sido sobreutilizada, la quisiera usar una vez más para obligarme a salir de esos moldes que nosotros mismos creamos. El acto de escribir no tiene que ser, en mi caso, una forma de desahogo, si no la más pura expresión de mi ser (a diferencia de la foto posuda que llevó bastantes tomas y no tiene nada que ver con lo que escribí). “Felt cute, might delete later” o cualquier excusa banal.

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